Perecedero manjar que enamoras por lo inesperado.
Llegas sin previo aviso,
dejando estragos indescriptibles cual fuerza de la
Naturaleza desatada por los vientos del cambio,
de la desazón, de lo imposible.
Hasta agotar nuestro combustible emanas la luz del
desequilibrio que todo lo llena,
sin importar credo ni condición.
En la cercanía de dos seres aparece tu sello,
dominando por un instante finito el destino de su atrevimiento.
Camparás a su lado como una sombra fiel,
hasta que decidas por oscura influencia el fin de tu paciencia.
Maldita irrealidad, maldito desequilibrio.
Bendito deseo.